sábado, 20 de octubre de 2007

EL EVANGELIO SEGÚN EL CARDENAL ROSALIO CASTILLO LARA

Trabajaba yo en el Departamento de prensa de una TV local, cuando por la ausencia de la moderadora del programa, tuve que cubrir un evento político-cultural en las adyacencias de la Catedral de Valencia.. Al llegar al sitio, nos dimos cuenta de que la sede de la iglesia estaba siendo tomada, sería más honesto decir, invadida por más un centenar de personas, según los voceros de la iglesia, indigentes, que fueron a pedir ayuda porque los habían desalojado de su sus ranchos. Niños, ancianos y adultos componían la “turba” que ingenuamente pensó que la iglesia intercedería por ellos ante las autoridades a fin de que les devolvieran sus casas o en su defecto los reubicaran. Se pueden imaginar la escena y los rostros: había gente que lloraba y gente verdaderamente angustiada ante la certidumbre y estado de indefención
La respuesta de la Iglesia, en la persona del “gerente” de la misma fue, clara y contundente: llamó a sus subordinados para que sacaran a esa cuerda de zarrapastrosos que profanaban el recinto de Cristo, ofendiéndolo con su apestosa y pobretona presencia. La gente gritaba, la gente solicitaba la ayuda excelsa de los representantes de un Jesús vivo y bondadoso en esta tierra de desgracias. Y la respuesta: fue: váyanse de aquí, nosotros no podemos ayudarlos, vinieron al lugar equivocado!!! Vi y oí eso. Vi los gestos del “gerente”, un señor gordísimo que sudaba copiosamente, dirigir miradas de infinito desprecio hacia aquella multitud. Y después por si acaso, llamó a la policía.
No fue esta la razón que originó mi ruptura con la Iglesia Católica. Hace mucho más tiempo, mucho más, que la defino como un inmenso parapeto de una hipocresía más que repugnante y cuya utilidad se reduce hoy en día, a la no menos falsa labor de cortar las cintas en los eventos, de los que expertos llaman, la infame burguesía venezolana. Es a los intereses de esta clase y a los suyos propios, a quienes a lo largo de la Historia la Iglesia ha servido. Y el nombre de Cristo sólo ha sido la excusa para ejercer sobre el mundo occidental, la más terrible de las influencias. No sólo porque llevan una vida llena de lujos y comodidades, antítesis del Hombre cuyo símbolo invocan, sino porque en su nombre han cometido abusos de toda naturaleza y han distorsionado Su palabra.
En estos últimos tiempos tan extraños en que la gente perdió la noción y el sentido de su rol en la sociedad venezolana: medios de comunicación=a partidos políticos, presidente=cantautor, filósofo, locutor, fiscal y dueño de la verdad absoluta, en estos tiempos, la Iglesia también hizo lo propio y de su lugar patético y sombrío, también tomó el papel de partido opositor y se dedicó a hacer campaña. Remítanse a los videos de los hechos de abril/2002, para una muestrica.
El Cardenal Rosalio Castillo Lara falleció, y si hubiéramos estado en la “paz” de algún gobierno de Caldera, el duelo nacional hubiera sido el sentimiento más legítimo ante tan irreparable pérdida, La escena hubiera sido el presidente junto al féretro con cara yuxtapuesta a la tristeza y al lado Alicia conmovedoramente consternada, tan dama y tan Carolina Herrera. Pero este gobierno tan incrédulo, tan escéptico, tan sin corazón, ni una notica en los periódicos oficialistas, ni una voz de esas fúnebres y roncas que en los canales de TV dijera: Cumplimos con el penoso deber de informar el sensible fallecimiento de, quien en vida fuera un honorable ejemplo de… nos unimos al duelo que embarga a… por tan irreparable pérdida. Y, ¿cómo justifica este gobierno semejante indolencia, semejante sacrilegio? La verdad no sé qué excusas tendrá. Seguro lo tildan de golpista, que es la moda, seguro no quieren reconocer su trabajo desmedido por los pobres y desamparados, llevando hasta ellos la Palabra Divina. Seguro andarán diciendo por ahí que él era más inútil que César Gaviria en su papel de Secretario General de la OEA.
Por fortuna y para salvar la situación, y porqué no decirlo, mi propia conciencia, los medios dieron cobertura al acontecimiento y Mons. Urosa, en conmovidas e inolvidables palabras, asumió el rol del presidente y dijo que el Cardenal fue un ejemplo de “consagración a Dios y un amor inmenso a Jesucristo, de una gran devoción a la Santísima Virgen, de un deseo de servir al mundo anunciando el Evangelio". Nada más y nada menos que el Evangelio!! Sólo faltó Alicia, o en este caso María Isabel, con la respectiva cara de velorio. Pero les juro que yo la puse por ella!!

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